23 de mayo de 1842: Fallece José de Espronceda

«Con diez cañones por banda, viento en popa a toda vela…» empieza el famoso poema de José de Espronceda y Delgado, ganándose así un sitio en una entrada del blog de esta asociación. Nacido en Almendralejo el 25 de marzo de 1808 y fallecido tal día como hoy, 23 de mayo, del año 1842, es uno de los máximos exponentes del Romanticismo español en lo que a literatura se refiere.

Es cierto que esta vez el mar no jugará el papel central de la entrada como suele acostumbrar, pero se debe a que autores como este, entre otros románticos, dieron un papel protagonista a la piratería en algunas de sus obras, por lo que merece la pena dedicar unas líneas a esbozar sus características -esperemos que más adelante podamos ahondar de forma más concreta en el papel del mar en su literatura-.

José de Espronceda, por Antonio María Esquivel y Suárez de Urbina (Museo Nacional del Prado).

La muerte de Espronceda, con tan solo 34 años de edad engrandeció su leyenda, que había empezado a fraguarse, además de por su obra, por sus años de destierro, su ajetreada vida política, sus amoríos y sus encarcelamientos. Estaba colocado a la izquierda del panorama político del siglo XIX, quizás de los que más. En sus diferentes declaraciones se ven tendencias al internacionalismo –se declaraba orgulloso de ser español, pero en su concepto de patria prima la comunidad y los deberes para con ella- y la emancipación de las clases trabajadores, bajo de tres palabras “Libertad, Igualdad, Fraternidad”, que dan nombre a uno de sus artículos del 1936. El Romanticismo antirrevolucionario de Böhl propugnado en el Cádiz de 1914 había dado paso a un romanticismo político-liberal, como el de Antonio Alcalá Galiano o José María Blanco-White, para acabar con un romanticismo que ya se aproximaba a ideas socialistas –al estilo utópico- en época de Larra y Espronceda.

La obra completa de nuestro protagonista es una expresión clara de su ideología política, con una exaltación del “yo” dotada de notas melancólicas. En sus inicios, antes de 1827, su obra presenta rasgos neoclásicos, no en vano había sido educado por Alberto Lista. Tras su salida de España vemos como está influido por el romanticismo inglés, como Lord Byron entre otros, pero también del francés, cuyas obras conoció bien en la década de los treinta. El Pelayo, de 1925, y las imitaciones a Ossian de 1830 y 1831 acaban por dar paso a un estilo más personal, con unos poemas políticos en los que plasma todo su ideario. En sus poemas amorosos se puede ver su evolución, con una lírica y lenguaje algo más maduros, con algunos toques pesimistas, pero sin un desarrollo profundo del amor romántico, ni en lo espiritual ni en lo físico. Es posible que las obras más trabajadas y ambiciosas de este autor sean El estudiante de Salamanca y El diablo mundo, la primera un poema narrativo con toques de leyenda donjuanesca, y la segunda, sin culminar, heterogénea, filosófica y con tintes rousseaunianos.

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José de Espronceda retratado en Los poetas contemporáneos. Una lectura de Zorrilla en el estudio del pintor, por Antonio María Esquivel y Suárez de Urbina (Museo Nacional del Prado)

No obstante, son sus Canciones las que le han llevado a tener un lugar en esta entrada, concretamente la del pirata, quizás la más famosa de todas. En ella se delinea la escena con una composición métrico-estrófica de dos octavillas octosílábicas, que no se vuelven a repetir, pero que reverberan en todo el poema. Se puede apreciar una polimetría muy atinada, convirtiendo además el soliloquio del pirata en parte de una canción activa y vibrante en la que sustantivos y verbos llevan todo el peso argumental.

A esta se unen otra serie de canciones, como El verdugo, El mendigo o El reo de muerte. En ellas podemos ver como se expresa el sentimiento romántico, con la evocación de figuras heroicas, al estilo de Byron, cuyo carisma es acompañado por lo misterioso, lo conflictivo y lo marginal. La rebeldía y las aspiraciones sociales del autor se ven reflejadas en sus personajes, con un pirata que lucha por la libertad y el goce de vivir.

El Corsario de Byron, La Frégate “La Sériuse” de Vigny y Le chant des pirates de Víctor Hugo, acompañan a La canción del pirata en temática, aunque no en rasgos métricos o estilísticos. Todas estas composiciones despertaron el interés por una serie de prototipos literarios que dejan atrás su carácter netamente negativo para ser reinterpretados como héroes. De este modo se generó una nueva visión de la piratería, la cual ha calado hondo en el imaginario popular hasta la actualidad, fomentando en gran medida el nacimiento de estas líneas.

Por Carlos Moral García


Bibliografía utilizada:

ALBORG, Juan Luis: Historia de la Literatura española, Vol. IV, “El Romanticismo”. Editorial Gredos, Madrid, 1980.

HAUSER, Arnold: Historia social de la literatura y el arte, Vol. II. Ediciones Guadarrama, Madrid, 1969.

BLANCO AGUINAGA,  Carlos, Julio RODRÍGUEZ PUÉRTOLAS e Iris M. ZAVALA: Historia social de la Literatura española (en lengua castellana), Vol. II. Editorial Castalia, Madrid, 1978.

ZAVALA, Iris M.: Historia y crítica de la Literatura española, Vol. V, “Romanticismo y Realismo”. Editorial Crítica, Barcelona, 1982.

<www.museodelprado.es> (Consultado en 10/05/2015).

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