La vida de las poblaciones inuit del Ártico americano gira en gran medida en torno al mar, ya que es su principal fuente de subsistencia. Esto hace que el transporte y la capacidad de movilidad por mar sea determinante para las formas de vida tradicionales, ya sea con desplazamientos navegando o sobre la banquisa helada invernal.
En esta estación el mar se encuentra congelado, durante un tiempo variable según la zona entre seis y diez meses. No conviene pensar que se trata de una explanada regular por toda la región polar. Es cierto que hay llanuras seguras y sólidas en ciertas las zonas de aguas calmas, pero en las proximidades a mar abierto o espacios con actividad de corrientes es más frágil e inestable, del mismo modo que en zonas de confluencia de grandes placas de hielo. Todo esto hace que, incluso en invierno, se puedan encontrar canales navegables, aunque imprevisibles, entre los hielos de la banquisa. En las zonas transitables, el terreno puede llegar a ser bastante irregular, con muros de hielo y ondulaciones, producidas a veces por la congelación en momentos de fuerte oleaje.
Al llegar la primavera la banquisa comienza a fracturarse, creando grandes espacios acuáticos. La movilidad de las corrientes de agua y el aire hacen que la navegación fuera especialmente complicada por su imprevisibilidad. El mar podría estar totalmente despejado y a las pocas horas bloqueado por bloques de hielo que se mueven a la deriva. En verano la navegación es más cómoda, ya que apenas quedarían grandes bloques de hielo, salvo en algunas regiones especialmente frías. Al acercarse el invierno el mar vuelve a congelarse por completo.
En las épocas en las que el mar es navegable tradicionalmente han jugado un papel fundamental dos tipos de embarcación, el umiak y el kayak, con escasas modificaciones formales, aunque sí se han incorporado nuevos materiales en los últimos siglos. En época pre-europea consistían en una estructura de madera de deriva o hueso recubierta de pieles tensadas y cosidas. Esto hace que las embarcaciones fueran lo bastante ligeras como para poder ser sacadas del agua con relativa facilidad. Además, el casco de piel se impermeabilizaba con aceites, grasas y ungüentos vegetales, que le daban mayor elasticidad y resistencia a pequeños arañazos e impactos.
El umiak es un bote de gran tamaño con carácter comunitario, pues con sus entre seis y veinte metros de eslora permitía el traslado de grupos relativamente grandes. Se trata de una estructura en la que las pieles solo cubren la parte inferior, a diferencia del kayak, que veremos a continuación, con un fondo plano en ocasiones normales. Aunque en época histórica se llegaron a incorporar velas, cuadras y latinas, tradicionalmente solo estaba propulsada a remo, con dos hileras laterales y un timonel en la parte trasera portando un gran remo para dirigir la nave.
Generalmente era utilizado para el transporte, pudiendo cargar con hasta cuatro toneladas en el caso de los más grandes. Para estas actividades era tripulado por mujeres, siendo ellas las responsables, por lo que muchas veces se denomina a esta embarcación “barco de mujeres”. Sin embargo, también podía ser utilizado para la caza, acompañando al kayak, sobre todo en las partidas en busca de ballenas. En estos casos, es manejado por hombres, con el título de “umialik” para su patrón.
La segunda de las embarcaciones mencionadas es quizás la más notoria de las utilizadas en el Ártico: el kayak. Han existido diferentes diseños, con variantes en la actualidad que morfológicamente son idénticas a las pre-europeas, siendo las más eficaces las de Alaska y Groenlandia. Se trata de una nave de pequeño tamaño y con propulsión a remo, para una, dos e incluso para tres personas en algunas ocasiones. Tiene forma alargada y está cubierto de pieles también por la parte superior con un agujero para colocarse con las piernas dentro de la nave. Los tripulantes vestían con un anorak que se ceñía a la cara y a las muñecas, además de anudarse a los bordes del agujero de asiento. De este modo, navegante y embarcación pasaban a formar una unidad. Normalmente se propulsaban usando un largo remo con dos palas en el mismo plano, una en cada extremo, aunque en Alaska se podía ver el uso de remos cortos de una pala.
Su ligereza permitía que fuera transportada por tierra por una sola persona o bien que fuera llevado en otros medios de transporte más grandes. Normalmente se usaba para la caza, aunque también podrían llegar a unirse dos de ellos a modo de catamarán, con una plataforma central que permita transportar objetos, aunque solo distancias cortas. Un uso similar a este último se daba a veces a balsas de flotadores de piel o vejiga.
En cualquier caso, cabe destacar los kayaks de la isla de Nunivak, Alaska, donde se usaba un solo agujero grande para dos pasajeros que irían colocados espalda con espalda. Mientras uno remaba y dirigía la nave, el otro cazaba con un arpón. Otro ejemplo, quizás con más fama, es el modelo de Groenlandia, donde son especialmente estrechos y alargados, lo que los hacía muy veloces, aunque también inestables. Por ello, era muy importante la destreza del tripulante y el uso de un anorak impermeable de intestinos de foca o morsa.
Esto nos lleva a reparar en el esquimotaje o maniobra de volteo, típica y muy necesaria en la navegación con kayak. Esta técnica debía ser controlada, no solo para recuperar el equilibrio en caso de vuelco accidental, sino también para evitar peligros, como fuertes vientos o bloques de hielo superficial por medio de la inmersión. Debido a la mayor inestabilidad de las embarcaciones más rápidas y ligeras era especialmente importante en casos como el groenlandés. Los niños eran entrenados en los lagos interiores, menos fríos y peligrosos que el mar, lo que ha llegado a originar hasta treinta maniobras diferentes.
En cualquier caso, no hay que olvidar una cosa, durante gran parte del año el mar está congelado y no es navegable, por ello entra en escena otro medio de transporte que podría calificarse como “terrestre” pese a que se mueve sobre el océano: el trineo. El modelo inuit es alargado, con dos patines paralelos unidos por listones perpendiculares. Normalmente la estructura estaría hecha de huesos o madera de deriva, aunque también puede ser de pieles enrolladas y congeladas, e incluso pescado o carne congelados y que se consumirían en primavera. Además, los patines se cubrían de hielo, para que una vez pulidos deslizasen mejor.
Antes de la introducción de los trineos a motor el medio de tracción eran los perros. No debieron de ser muy numerosos en la época previa a la llegada de europeos, pero la llegada de armas de fuego y con ellas de una mayor cantidad de caza permitió el uso de más animales de tiro. Originalmente los humanos habrían ayudado al empuje del trineo de formas más activa que en épocas posteriores. La disposición de los perros dependería del medio en el que se moviesen, por ejemplo, en llanuras de mar helado lo más cómodo sería en abanico, mientras que en terrenos abruptos se les colocaba en fila de dos o tándem.
Sin embargo, el uso del trineo y los perros no se limita a los periodos en los que el mar está helado. Al aumentar las temperaturas en primavera y verano, con el avance de las aguas, se les da nuevas formas de uso. A los perros se les utiliza como animal de carga, portando el equipaje a su espalda. Mientras tanto, la parte inferior de los trineos es cubierta de pieles y convertida en una embarcación similar al umiak, lo que nos permite ver la importancia que tiene el mar en sus diferentes formas en la vida de los inuit, que demuestran una enorme capacidad adaptativa.
Por Carlos Moral García
Bibliografía:
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[…] C. del. Transportes marítimos inuits. Navegando entre hielos y sobreviviendo entre ellos. Hycmar. […]