Clemencia (Vikings 4×03)

portada clemencia

En Kattegat, Ragnar y Floki continúan con sus desavenencias, que implican una fuerte carga sentimental. Por su parte, Rollo  ha conseguido realizar avances en la corte parisina, ya que parece haber encontrado apoyo en el Conde Odo. Finalmente, Bjorn permanece alejado de toda civilización en su viaje para encontrarse a sí mismo, aunque encuentra algo más… Tal como hicimos en el primer y segundo capítulos de la temporada, no vamos a profundizar tanto en la trama como en los aspectos históricos de la serie, podéis leer sin miedo aunque no hayáis visto el capítulo.

Dicen que es bueno para el cutis.
Dicen que es bueno para el cutis.

Para mantener ese espíritu, diremos que dos personajes -sin mencionar nombres- llegan a la conclusión de que para asesinar a alguien no hay nada mejor que un berserker. Así, «contratan» a uno como si del Agente 47 se tratase. Ni que decir tiene que los berseker –descamisados-, también conocidos como ulfhednar –piel de lobo-, no eran asesinos solitarios. Se dice que entraban en batalla a pecho descubierto o cubiertos, al menos al empezar, con pieles de animales -de ahí sus nombres- destacaban por una furia ciega y desmedida, siendo quizás los elementos más destructivos de la tropa. Estos guerreros entraban en trance antes de los enfrentamientos o batallas, de manera que quedaban embriagados de furia asesina y dejaban de sentir el dolor. En ocasiones se identifica este tipo de estado alterado de conciencia como un tipo de práctica de carácter chamánico, posible reminiscencia de las costumbres indoeuropeas en sus inicios esteparios, sobre todo cuando se asocia al uso de pieles animales teniendo un cierto carácter posesional.

Con respecto al éxtasis que alcanzarían para afrontar el combate, suele atribuirse al consumo de algún tipo de producto narcótico, como la falsa oronja –amanita muscaria- o el cornecuelo del centeno –claviceps purpurea-, cuyo uso está documentado arqueológicamente entre poblaciones celtas y germánicas. También podría tratarse de bebidas adulteradas con beleño negro –hyoscyamus niger– o belladona -atroppa belladonna-. Podría haberse tratado de una combinación ritual específica de estos elementos, consumidos en el proceso de preparación de cara al combate. Sin embargo, no todo proceso extático requiere del consumo de sustancias externas. Existe documentación etnográfica que muestra cómo se puede alcanzar este tipo de estados a través de la danza, exposición al frío o al dolor extremos. De este modo, no se puede asegurar que los famosérrimos berserkers optasen por una, otra o ambas opciones. En cualquier caso, parece que habría ciertas prácticas rituales previas al combate que les permitirían alcanzar un furor guerrero inigualable. En cualquier caso, en la serie no vamos a encontrar nada de esto, simplemente sabemos que hay un personaje que pertenece a este colectivo porque así lo dicen. Debía de ser un espectáculo temible contemplar como un enemigo hacía caso omiso a las heridas que le eran infringidas, aunque claro, también debía serlo si el que hasta hace un momento era tu aliado se liaba a hachazos con tus compañeros porque llegados a cierto punto, para qué hacer distinciones.

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Placa de bronce de la Era de Vendel, encontrada en Öland (es.wikipedia.org)

Estos personajes de los cuales se dice que entraban en batalla a pecho descubierto o cubiertos, al menos al empezar, con pieles de animales -de ahí sus nombres- destacaban por una furia ciega y desmedida, siendo quizás los elementos más destructivos de la tropa. Ya en época romana César –De bello Gallico- hace referencia a algunos pueblos germánicos con guerreros que cumplen estas características. Por otro lado, cuando lo que más destaca no es su descamisamiento, sino las pieles de lobo que a veces portaban, se les identifica en algunas Sagas como guerreros de élite de Odín. Sin embargo, con el paso de tiempo acabó por considerárselos prácticamente unos parias, al fin y al cabo, controlar socialmente a este tipo de personajes cuya forma de vida pasa factura fuera del combate puede resultar algo complicado. Con la llegada de la cristiandad sus características lupinas fueron incluso consideradas algo demoníaco, alimentando  leyendas sobre licantropía, que si en el pasado habría sido algo neutro e incluso positivo en ciertos contextos, acabó por ser profundamente negativo y relacionarse con otros relatos del folclore europeo. Lo dicho, los guionistas han querido jugar con el mito y la fama de estos guerreros, pero el asesinato selectivo, la sutileza y el trabajo por encargo no parece que estuviera sus sanguinarias cualidades -no, no todas las «fuerzas de élite» son como los protagonistas del Assassin’s Creed.

El aspecto del berserker está bastante logrado.
El aspecto del berserker está bastante logrado, hay que reconocer que intimida bastante.

De vuelta por París -sentimos los pequeños spoilers que va en este párrafo-, nos preguntamos qué mueve a Rollo a quedarse allí y qué ganan los parisinos con Rollo una vez que les ha contado cómo parar a los vikingos, que es solo un hombre que se ha quedado sin ejército a sus órdenes. Esperemos que sean detalles que tengan en cuenta, puesto que, de momento, mucho sentido no tiene. Sin salirnos de lo que rodea a este personaje, debemos hacer referencia a un episodio que representa algo correcto pero lo hace de forma un tanto torpe.

Se nos presentan las muchas dificultades con el idioma que acompañaban a un matrimonio concertado para sus contrayentes con el fin de alcanzar un pacto político. Acierta la serie planteando la separación de un matrimonio en el cristianismo de la época si este no se había consumado -es decir, si no se habían mantenido relaciones sexuales-, el problema es que Gisla «le pide el divorcio» a Rollo en una escena que, cambiando los vestidos, sería más propia de Sexo en Nueva York que de Vikings. Entendemos que pretenden ser políticamente correctos con la posición de la mujer, pero si no lo son a la hora de narrar asesinatos -el poco valor que la vida humana tenía esta muy conseguido-, no entendemos porqué hay que introducir mentalidad contemporánea en mujeres y hombres del siglo IX. Lo dicho, si querían una serie políticamente correcta, quizá los vikingos no fueron la mejor elección. Es cierto que se habla de «divorcios» y rupturas del matrimonio en poblaciones celtas y germánicas si repasamos las fuentes romanas -hay variantes en lo que a las condiciones en las que se podía dar y las indemnizaciones correspondientes- pero aunque los francos sean de hecho un pueblo de origen germánico, no hay que olvidar que a estas alturas son cristianos católicos -muy cristianos según presenta la serie-. Quizás, ya que el matrimonio no se había consumado y se trataba de la hija del Emperador, hubiera sido más acertado, cuanto menos, pedir la «anulación» o «nulidad» matrimonial, ya que parece que es a eso a lo que se refiere según se verá más adelante, hacer como si el matrimonio no hubiera llegado a existir ante los ojos de Dios por la no consumación.

Esta actitud tan desinhibida y moderna con respecto al matrimonio contrasta con una de las escenas que nos han parecido históricamente más relevantes y acertadas, la recreación de una ceremonia litúrgica cristiana. En este caso se ve como incluso el emperador, es decir, la máxima figura de poder terrenal, debe doblegarse ante Santa Eulalia, manifestación del poder divino. La evolución de las disputas entre estos dos poderes o mejor dicho por la asunción del poder divino por parte de las autoridades terrenales, marcarán sin duda el devenir de la Edad Media y parte de la Edad Moderna.

Gisla explicando con calma a su abogado las razones de su divorcio. Bueno, no.
Gisla explicando con calma a su abogado las razones de su divorcio. Bueno, no.

Mientras Rollo está en la lujosa corte parisina, su pobre sobrino Björn está pasando frío en una cabaña perdida en mitad de la sierra escandinava. El joven se enfrenta a la naturaleza en solitario, lo que nos recuerda a algún tipo de iniciación chamánica -que nos recuerda de nuevo a Norteamérica más que al ámbito vikingo- o un rito de paso a la madurez -aunque le pilla ya muy crecido, con su brazalete de hombre libre y después de unas cuantas batallas-. Sobrevive como puede, intentado cazar grandes mamíferos por medio de cepos y trampas. Así acaba combatiendo con un oso en un combate que peca de simplicidad -no vamos a meternos con la subespecie que parece ser, porque la idea se capta igual y si seguimos sacando pegas parece que Björn se ha ido de viaje a Canadá-. Tras ello cura sus heridas cauterizándolas con hierro al rojo vivo, una buena forma de parar una hemorragia para alguien que no tiene otros recursos médicos disponibles.

Resulta interesante que Ragnar parece enterarse de la noticia mágicamente, con la llegada de un cuervo a Kattegat. Esta es una nueva referencia a la identificación de Odín con el protagonista de la serie, pues los cuervos Hugin y Munin comunican al Padre de Todos todo lo que ven en sus vuelos por Midgard. No es la primera vez que se hace este tipo de referencia en la serie, el propio tatuaje de un cuervo sobre la oreja de Ragnar ya apunta en esta dirección, además de algunas apariciones de un peregrino alguna que otra visión y la mención directa en la primera temporada de que Odín es el protector y favorito del protagonista -si eres protagonista te pides al jefe del panteón, no hay duda. Si queréis más detalles al respecto en The Valkyrie’s Vigile podéis encontrar algunas cosas más.

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Björn contra un enorme oso, un épico combate entre el hombre y la bestia, bueno, no tan épico.

En cualquier caso, cabe mencionar que los diferentes sucesos de tipo místico -ya veréis el final del capítulo- que aparecen a lo largo de la serie parece que responden, no a la creencia de los autores en este tipo de sucesos, sino a la creencia de los personajes. Así, con intensas escenas casi mágicas no tratan de decirnos que esos eventos existan, sino que se busca introducir al espectador en la forma de sentir la espiritualidad por parte de los personajes medievales. Al fin y al cabo, todos esos sucesos que para nosotros no serían reales, serían vividos como si efectivamente lo fueran por los protagonistas de la serie de modo que resulta muy acertado que sean presentados como tales, están contando su historia, no la nuestra.

La última referencia histórica que queremos recoger en esta entrada es una de las que más merece la pena en lo que va de temporada. Y menos mal, porque a nivel argumental el episodio es bastante densito… Nos referimos al momento en el que Ragnar, pescado en mano, cuenta a sus hijos el mito de Hárbardr. Este personaje, cuyo nombre se traduce por «Barbagris», literalmente, ya ha aparecido en la serie en temporadas anteriores, en especial en un par de capítulos de la tercera temporada en los que mantenía una «estrecha relación» con Siggy y la reina Aslaug. Aquí, el equipo de guionistas ha tirado muy acertadamente de mitología nórdica, ya que existe un poema llamado «Hárbarðsljóð» en la Edda poética, conservado tanto en el Codex Regius como en el manuscrito AM 748 I 4to. La Edda poética o Edda Mayor, es una compilación de diversos poemas en nórdico antiguo, constituyendo así una de las más relevantes fuentes para el estudio de la mitología nórdica. En cualquier caso, es conveniente tener en cuenta que se trata de una compilación datada en el siglo XIII, con varios siglos de cristianismo entre las poblaciones escandinavas e islandesas.

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Barbagris se burla de Thor, dibujo de W. G. Collingwood (1908)

Tal y como se presenta en la serie con la primera mención a este personaje,en su versión mítica es una de las identidades Odín. En el poéma utiliza este nombre para disfrazarse de barquero y competir con Thor a su vuelta desde Jötumheimr, Tierra de los Gigantes, y tratar de ridiculizarlo. Uno de sus rasgos principales es el uso de la magia y la astucia, elementos que muchas veces son arquetípicos en Odín, pero la faceta engañosa, así como algunos paralelismos entre esta historia y otra en la cual el protagonista es Loki, Lokasenna, hacen que haya estudiosos que duden de la verdadera identidad de Hárbardr. En ambos casos se hace referencia al talento de su protagonista con para seducir mujeres y se hace referencias al adulterio de Sif, esposa de Thor -en la serie es otra la mujer casada que se rinde a los encantos del Hárbardr.

Además hay que tener en cuenta un par de detalles más que hacen que la serie enfatice en la vinculación entre este personaje y Odín. En primer lugar su carácter peregrino e itinerante, pues como ya se ha dicho es una de las representaciones que se dan del Padre de Todos. En segundo lugar el supuesto uso de la magia para sanar a un personaje enfermo -rasgos arquetípicos presentes en varias divinidades indoeuropeas que son consideradas sus paralelos, como Mercurio o Varuna. Por otro lado y prácticamente como anécdota, si se hubiera echo evidente la traducción literal de Hárbardr como Barbagrís a muchos nos habría recordado a un personaje de Tolkien, Gandalf el Gris. No son pocos los análisis literarios que indican que la mitología nórdica fue tremendamente influyente en la obra del autor británico y en casi todos ellos se pone de relieve la vinculación del Peregrino Gris -que después será blanco- con Odín -aunque no hay que olvidar sus similitudes con el Merlín artúrico y el Väinämöinen finés-.

Ragnar narrando el mito de Harbard mientras limpia pescado. Es un rey, pero un rey nórdico. Chapeau por la escena.

En cualquier caso, dejando de lado aspectos míticos y literarios, esta escena es muy destacable por magnífica ambientación. Kattegat es una población vikinga plagada de guerreros, sí, pero son también pescadores. Aparentemente se trata de una escena que podría tener poca relevancia, pero como hemos visto tiene más contenido histórico y seguramente argumental del que pueda parecer. Incluso las conversaciones y ruidos de fondo nos meten de lleno en un puerto pesquero. Gracias a detalles de este tipo nos acordamos de por qué empezamos a seguir esta serie que tenía entre sus principales objetivos presentar la sociedad escandinava y cómo cosas como esta, merece la pena seguirla y no perder detalle. Aunque otras veces nos corresponda ponernos críticos, a veces incluso demasiado, en este caso debemos dar la enhorabuena el equipo que guionizó y asesoró en esta escena.

Por Alberto Hoces-García y Carlos Moral García.

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