¿Quién dijo que el mar no era cosa de mujeres?
Anne Bonny demostró hace varios siglos, junto con su compañera Mary Read, que las mujeres también su propio lugar sobre las aguas, tratándose de tú a tú con personajes como Henry Morgan, Bartholomew Robert o Edward “Barbanegra” Teach.
Al obtener su fama y notoriedad en el desempeño del oficio de pirata, los detalles y datos oficiales sobre su vida están siempre en entredicho. Una de la principal fuente de información al respecto es la Historia general de los Piratas (A General History of the Robberies and Murders of the Most Notorious Pirates), atribuida a Daniel Defoe, bajo el pseudónimo de Charles Johnson, en 1724.
Nacida en Cork, Reino de Irlanda en 1698, fruto de una infidelidad de su padre William Cormac, abogado, con Mary Brennan, una de las criadas de su esposa. Tras varios escándalos y conflictos matrimoniales derivados de este adulterio, Anne viajo, siendo apenas una niña, a Carolina del Sur, con su padre y su madre biológica. Mientras vivió con su padre era considerada un buen partido, pero ella, sin permiso paterno, se casó con un joven marino, James Bonny. Por ello su la echaron de casa y con el matrimonio recién estrenado zarparon hacia la Isla de Providence, para encontrar un nuevo empleo.
Anne había pasado su niñez y adolescencia en una buena posición económica y obtuvo una buena educación, pero su fiero carácter le había hecho enfrentarse a su progenitor y oponerse a la vida hogareña y maternal reservada a las mujeres de su tiempo. Cuentan de ella que ya de joven era tan robusta y aguerrida que metió la paliza a un joven que intentó violarla. Estaba claro que no era una persona dispuesta que eligieran su destino por ella.
En las islas del Caribe conoció a Jack “Calicó” Rackam, de quien se enamoró y con quien se fugó, vestida de hombre, abandonando a su marido. Juntos surcaron los mares y a ellos se unió Mary Read, tan brava como Anne. Nada se interponía en su camino y nadie era más resuelto y valeroso que ellas a la hora de solventar cualquier contra tiempo, sin embargo, tal y como sucedió con muchos de los piratas de la Edad de Oro de la Piratería, fueron apresadas.
Toda la tripulación fue apresada y ejecutada, salvo ellas, quienes más habían resistido, pues alegaron estar embarazadas y tras comprobar que era cierto se pospuso su ejecución. Mary murió de fiebres en prisión y Anne, acabó por librarse de la ejecución, seguramente por intercesión de su padre y sus contactos. Se dice de ella que volvió a casarse y alcanzó un estatus respetable, hasta fallecer con 84 años, en 1782, madre de 8 hijos de su nuevo marido, Joseph Burleigh.
Cuenta Defoe en su historia que se la permitió verse con Jack Rackam, quien había sido padre de sus primeros hijos, el día de su ejecución, con unas últimas palabras que dejan claro su carácter indómito y luchador:
“Siento verte así, pero si hubieses luchado como un hombre no te ahorcarían como a un perro”
Larga vida a la piratería.
Larga vida a Anne Bonny.
Cartel editado por Anaideia Design