El mar ha sido fundamental en la organización y estructuración de diferentes sociedades y culturas, como es el caso de los inuit, para los que el mar era la fuente fundamental de recursos. En general se suele hablar de los cazadores, en masculino, pues solían asumir tales roles, pero no eran los únicos encargados de la provisión. Como se ve en esta escultura la mujer también participaba de la caza y de la pesca, lo que la convertía en un sujeto activo de la supervivencia comunitaria. Además, un personaje fundamental en su mitología es Sedna (“La joven que no se quiere casar”), que aparece en prácticamente toda la región ártica inuit. En ocasiones recibe otros nombres como Imaqukûa (“Madre del Mar”) o Takánakupsâluk (“Mujer de las profundidades”). Es el manantial y matriz de la vida universal, pues es de los animales que ella genera y controla de los que se puede alimentar la vida humana, por lo que la importancia simbólica y material de la mujer en esta cultura es mayor de lo que podría parecer con un análisis superficial de las formas de aprovisionamiento.
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