Hace ya algo más de un mes, el 5 de diciembre, el Museo Naval de Madrid inauguró la exposición “Mar de Alas. 1917-2017”. El motivo: el centenario de la creación de la aeronáutica naval española. Como ya ocurriera con la exposición de los Guardiamarinas, esta exposición no ha recibido proyección en la revista mensual del ayuntamiento. Aunque sí aparece en la cuatrimestral, “esCultura”. Sí aparece en ambas publicaciones, en cambio, “La conquista del Aire. 1910-1911”, exposición que habremos de visitar más adelante.
La exposición se divide en siete tramos, que persiguen la idea de un orden cronológico. El primero de esos tramos es, precisamente, un resumen cronológico de los hitos más importantes de la historia de la aeronáutica naval, desde su fundación hasta nuestros días. Todo ello acompañado de la exhibición de algunos documentos originales relativos a esos hechos.
A continuación entraremos en un apartado dedicado a las figuras fundadoras de la aeronáutica naval española, si bien nuestro instinto nos guiará (a mitad de este apartado) al interior de una salita donde se hace una proyección muy relacionada con la cronología inicial. En esencia el audiovisual hace un resumen con imágenes de las cosas que vamos a ver a lo largo de la exposición.
Desde este audiovisual pasamos ya a lo que podemos considerar el verdadero cuerpo de la exposición. En la tercera “sala” lo más destacado va a ser una serie de modelos de naves y aeronaves, destacando especialmente el modelo del Dédalo. Este tramo está dedicado al largo inicio de la aeronáutica naval, que se ha decidido periodizar hasta aproximadamente 1950. Es muy interesante la explicación que se hace de la participación que tuvo la aeronáutica naval en las luchas armadas de este período (aunque poco o nada se explica de la Guerra Civil), pero se echa mucho en falta un tratamiento más social. ¿Cuáles eran, por ejemplo, las condiciones de los pilotos? Sí se menciona, ciertamente, la aventura del Plus Ultra, pero quizás se echa en falta una explicación de la importancia que el evento tuvo en la sociedad de la época. En la misma sala, eso sí, se muestra la ubicación previa a la guerra de los distintos aeródromos y de la Escuela de Aviación Naval. Muchos de esos aeródromos persisten hoy como aeropuertos esencialmente civiles, como pudiera ser El Prat. Realizar la comparativa entre el mapa de la exposición y la realidad actual puede ser un ejercicio interesante.
En la cuarta sala se da un salto temporal y cualitativo. Si en la tercera se nos presentaba un modelo de un autogiro, en esta se desarrolla más profusamente la temática de los helicópteros y de los portahelicópteros. Estamos pasando, así, a la etapa posterior a 1953. La incipiente apertura del régimen de Franco conllevó también una modernización de los medios de la aeronáutica naval española que, pese a haber sido de las más modernas en los años previos a la Guerra Civil, se había quedado peligrosamente estancada durante la posguerra.
De carácter más socioeconómico es la quinta sala. Una sala que, sin embargo, resulta muy escasa por su carácter meramente de transición. Es, además, una regresión temporal. Se trata de la sala dedicada a la importancia de la industria en el desarrollo de la aeronáutica naval española. Y está, en ese sentido, enormemente centrada en la etapa de pre-guerra. Sin embargo, y para los amantes de la mecánica, se expone el famoso motor V-8 de la compañía Hispano-Suiza. El problema que se encuentra aquí: la escasa explicación que se hace del tema y, en especial, del hundimiento de este sector tras la guerra civil. Sin embargo, el juego entre esta sala y el mapa antes visto de las bases aeronavales republicanas permite comprender tanto la elección de la ubicación de estos aeródromos como el impacto económico que tienen las decisiones del Ejército en las distintas regiones.
Pasado este punto se vuelve a dar un salto temporal y temático y se recupera el asunto de los helicópteros. Si llegados hasta este punto uno no se ha vuelto loco con los saltos y retrocesos la sala resultará muy interesante para darse cuenta de la omnipresencia de la Marina española. Su influencia, directa o indirecta, llega a casi todos los rincones del país. Pero, en esta misma sala, a lo que más importancia se da es al desarrollo de las bases flotantes. Qué decir tiene que el suelo… ¡es una representación de la pista de aterrizaje del Juan Carlos I!
Llegamos, en fin, a la última sala, no sin antes recibir una explicación sobre el desarrollo de los aviones de despegue vertical. En esta última sala hemos llegado ya al presente. En distintos audiovisuales se muestra el uso de un dron, elemento tan de moda últimamente, y también otras actividades, como las de salvamento, realizadas por la aviación naval.
La exposición, honestamente, creo que puede considerarse mejor que su predecesora. Son temas obviamente distintos, y aunque sin duda sirve para hacer una ligera autopromoción (no hay que olvidar que el museo depende de la Armada) el tono resulta ser algo más neutral que en la exposición de los Guardiamarinas. Es una exposición más abierta, por lo tanto, al turista, y no sólo a los ciudadanos españoles. A pesar de que, y como suele ocurrir, falta también la explicación en inglés de los audiovisuales y los carteles, algo necesario si quiere darse mayor proyección a la exposición.
Por último, aprovecho para recordar que actualmente se exhiben también algunas piezas del tesoro de la fragata Mercedes y que, si queréis, podéis participar de las actividades familiares organizadas para la exposición de que trata este artículo. Tenéis la información necesaria aquí.
José Manuel Moreno-Aurioles Cabezón.