En el anterior artículo habíamos hablado sobre los primeros días de la guerra y cómo quedó la relación de fuerzas tras los mismos. Hoy vamos a avanzar un poco más. Vamos a hablar de cómo se desarrolla la lucha por el Estrecho y por el Cantábrico. Marginaré, aunque no eludiré, la guerra en el Mediterráneo, para tratar de lograr una mejor explicación de cómo la guerra naval afecta a la guerra en tierra.
Decíamos en el artículo anterior que la relación de fuerzas favorecía en teoría a la República, pero en la guerra naval no sólo importan los barcos. En la lucha por el Estrecho los nacionales contaban con una ventaja considerable: bases en el mismo Estrecho. Los republicanos, descartadas Tánger y Gibraltar, carecían de bases en el Estrecho, y las más cercanas eran Málaga (base secundaria) y Cartagena. En esa situación la flota republicana tuvo que realizar un gran esfuerzo para lograr imponer el bloqueo al territorio nacional, obligando a Franco a establecer un puente aéreo para el traslado de sus tropas a Andalucía. El día 5 de agosto, sin embargo, Franco pudo organizar un convoy naval que, apoyado por la aviación ítalo-alemana y ante la ausencia de aviación republicana, logró su propósito de cruzar el Estrecho. Quedó abierta ya la posibilidad de trasladar tropas a la Península, dando una neta superioridad al Ejército sublevado. Los republicanos, conscientes de ello, siguieron intentando mantener el bloqueo y bombardearon posiciones, pero las dificultades ya enumeradas y la actitud de algunos gobiernos extranjeros impidieron que este bloqueo pudiera ser efectivo.